lunes, 8 de diciembre de 2008

Vetusta en la festividad de Todos los Santos


Esta composición poética, compuesta por versos octosílabos, está inspirada en una de mis novelas favoritas: La Regenta, de Leopoldo Alas “Clarín”; en concreto, en un pasaje que acontece durante el Día de Todos los Santos. En él aparece Ana Ozores, la protagonista, el “personaje trágico-romántico” que no halla el modo de romper su aislamiento en una sociedad hipócrita y mediocre como la de Vetusta (ciudad decimonónica que, en realidad, es Oviedo).
En este momento de la narración, Ana se siente frustrada en esa jornada húmeda, triste y aburrida, en la que Vetusta entera acude a los cementerios y las campanas no dejan de sonar recordando a los muertos. No obstante, esa noche (como es tradición en el teatro hispánico) se representa Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, en el teatro de Vetusta. Y Ana acude, sintiéndose muy identificada con “doña Inés”… e imaginándose que un robusto don Juan (que pudiera ser don Álvaro Mesía) acude en su ayuda… como don Juan va al convento a por doña Inés…


El monótono tañido
de las vetustas campanas.
Es el Día de Difuntos.
El murmullo de beatas.
Olor a incienso quemado.
Truenan los rezos al dios,
dios que calme la tormenta
de vileza e hipocresía.
Vetusta, gris y levítica
ciudad que se oscurece al ver
decrepitud y suciedad.
Rebosantes camposantos,
y caserones vacíos.
Con sollozos y pesadumbre…
Ana se ahoga en un mar,
sumergido en las tinieblas
de persistente necedad.
¿Vendrá un Don Juan apuesto
que rescate a Doña Inés
de su letargo marchitar?


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