miércoles, 2 de septiembre de 2009

Septiembre: recuerdos de la vuelta al cole...

Ha llegado septiembre. Y, con él, la vuelta a la casi total normalidad. Lejos de esas teorías, en muchos casos absurdas, que hablan del tan manido 'síndrome postvacacional', este mes es, para mí, uno de mis preferidos.

Me gusta volver a tomar el café en el bar de siempre, llegar al trabajo temprano, aprovechar la tarde para salir de compras, de paseo o, simplemente, para ir a correr con mi perro... He de reconocer que el calor me agota y que estos días de septiembre en que, pese a haber sol, el calor va bajando de intensidad, me encantan. A ello se suman las primeras lluvias, allá por San Mateo, cuando el campo, harto de sufrir durante mucho tiempo la dureza de un sol castigador, agradece la bendición de unas lluvias muy esperadas, no sólo por los agricultores.

Me encanta esperar a que se vaya el calor y se levante ese aire fresquito de septiembre que te da la vida, que llegue el otoño, que el cielo de vuelva plomizo, llegue el frío y comience a llover...

Quizá el primero de septiembre sea una jornada dura para muchos por todo lo que conlleva dejar de disfrutar de las vacaciones para volver al trabajo, a tu localidad, a tu casa, en definitiva, a tu círculo... En mi caso, aunque reconozco que a todos nos gusta estar de vacaciones, no supone mucho trauma... Más bien, todo lo contrario.

Septiembre es un mes de muchos recuerdos en mi cabeza. Cuando era pequeño contaba los días que faltaban para regresar al cole. Y, además, se encontraba la compra de los libros de texto nuevos para el comienzo del curso... Ese día, reconozco, era uno de los más queridos... En mi memoria han quedado grabados esas mañanas en que mi madre, mis hermanas y yo íbamos a la Librería Diocesana o a la Universitas, de Badajoz, en busca de los libros... Ya en casa, el olor a libro nuevo y el ritual que suponía el forrarlos suponían momentos únicos...

Luego estaba la, para mí, esperada vuelta al cole: el recuentro con los compañeros, con los maestros, con los recreos, con las tareas... Y el olor a goma de borrar, al forro de los libros, a las ceras, a la plastilina, a la tiza... Sin duda, recuerdos de hace ya algunos años. Y, en mi memoria, me veo sentado en el pupitre de mi clase, rodeado de mis compañeros, atendiendo las explicaciones de doña Antonia o de doña Marisa. Tras la ventana, comienzan a caer las primeras aguas de la temporada...

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